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Los Síntomas de Salud: Pasos a seguir en el Diagnóstico de la Enfermedad en Peces de Acuario

Existen una gran variedad de especies de peces de acuario, cada una de las cuales tiene diferentes formas, comportamientos y necesidades. Como consecuencia de esta diversidad lo que puede ser un síntoma de enfermedad en una especie, puede ser perfectamente normal en otra. La mayoría de los peces nadan de la forma considerada como normal, pero otros, habitualmente o en ocasiones, nadan al revés o de costado, mientras que algunos ocupan la mayor parte de su tiempo descansando en el fondo porque tienen escasa o nula flotabilidad, y todos están sanos. Algunas especies comen casi continuamente, por lo que la pérdida de apetito indica la existencia de un problema, pero los que se alimentan de otros peces pueden atracarse un día y no comer nada los siguientes.
Por tanto, es importante establecer los signos de salud en cualquier especie, tanto antes de comprarlos, como para ser capaces de detectar problemas posteriores. Hay muchos manuales sobre peces que proporcionan la información necesaria sobre lo que es normal, y pueden apuntar sobre algunas de las «anormalidades» a las que se ha hecho alusión. Cuando los catálogos indican que un pez es piscívoro, aunque tenga un pequeño tamaño, se debe utilizar el sentido común para evitar que terminen con los demás integrantes del acuario. Esta situación nos provocaría una sensación de malestar.

Muchos libros están ilustrados en color, y estas fotografías pueden servir de inestimable ayuda para establecer el aspecto general de los individuos sanos de cada especie en particular. Si un grupo de individuos de una especie está presente, tanto en el acuario casero como en el del comercio, se podrán realizar valiosas comparaciones entre los especímenes de ambos lugares. Suele ser bastante raro que todo un grupo no esté sano. Si esto es así, los peces están tan enfermos que es evidente que algo malo ocurre.

LOS SÍNTOMAS DE LOS PECES SANOS

  1. No hay úlceras ni erosiones alrededor de la boca.
  2. Los ojos son claros y sin abultamientos.
  3. Las escamas (cuando están presentes) no presentan daños. Están dispuestas de forma plana sobre el cuerpo.
  4. Las aletas están claramente definidas, sin cortes ni deshilachadas.
  5. No hay rastro de úlceras, manchas, hemorragias o excesiva mucosidad.
  6. Las heces son normales, según la dieta correspondiente.
  7. El contorno del abdomen es ligeramente convexo o plano, ni cóncavo, ni excesivamente abultado.
  8. El opérculo no debe llamar la atención. No hay rastro de mucosa en las agallas. Pautas normales de respiración.

La Importancia de la Detallada Observación del Pez

Algunos peces de acuario son grandes y robustos, pero la mayoría son pequeños y delicados, y pueden morir rápidamente si algo va mal y el problema es por degradación ambiental o enfermedad. Es esencial, por tanto, llegar a familiarizarse con el aspecto normal y el comportamiento de cada pez en particular, y observarlos regularmente, por lo menos una vez al día, para cerciorarse de que todos están presentes y sanos. Probablemente el mejor momento para realizar la observación es cuando se les alimenta. La cuidadosa observación llevará al aficionado a ser capaz de detectar los primeros síntomas de enfermedad y atajar rápidamente el problema.

Cuando se sospecha que el animal está enfermo, lo primero que hay que tener en cuenta es la calidad del agua. La mayor parte de las enfermedades de los peces de acuario tienen su origen en un ambiente deteriorado.

La mayoría de las observaciones deben hacerse con el pez en el agua y puede ser necesario introducirlos en una bolsa de plástico para que puedan ser examinados desde todos los ángulos. Se debe mirar que tanto la apariencia externa, sus movimientos y el ritmo de respiración coincidan con los modelos de salud establecidos previamente.

Comportamiento

Es básico establecer, tanto por observación como por investigación, el normal comportamiento de cada especie. Aunque cualquier desviación puede ser una posible causa de preocupación, se debe recordar que algunos cambios pueden ser naturales, como durante la época de reproducción. Nunca se debe desechar ninguna alteración que se produzca.

Un pez debería ajustarse al modelo de actividad de su especie. Si se advierte decaimiento o una intensa actividad puede significar que algo sucede. Cuando en una especie con una jerarquía social el pez dominante pierde su status, puede estar enfermo, o simplemente que un pez más joven ha llegado a ser más fuerte y más grande como para superarlo, en cuyo caso debe someterse al nuevo líder.

El nadar de los peces es fluido y parece que lo hacen casi sin esfuerzo. Una natación extraña puede llevarnos a sospechar que algo pasa.

La mayoría de las especies nadan con su aleta dorsal completamente extendida, unas pocas nadan al revés o de lado, de este último modo normalmente de forma temporal. En cualquier posición, el modelo de natación debe regularse y controlarse. Hay una gran diferencia entre el nadar al revés en la superficie del pez gato invertido (Synodontis nigriventris), el del cíclido Julidochromis acercándose furtivamente con su barriga hacia la roca más cercana, y el anómalo y desequilibrado del pez que intenta desesperadamente progresar hacia delante en una extraña posición.

La disposición inclinada con la cabeza hacia abajo que adopta habitualmente Chilodus punctatus es, curiosamente, la misma del barbo tigre (Barbus tetrazona) cuando presenta una intoxicación por nitritos.

También puede observarse a algunos peces «ondeando como una bandera», especialmente los vivíparos y particularmente los mollys (Poecilia sphenops), cuando padecen una infección por Myxobacterias.

Los mismos criterios se pueden aplicar a la flotabilidad y nivel habitual de natación en el acuario. Las dificultades para mantener la posición natural del cuerpo pueden ser el resultado de cualquier problema que afecta a la vejiga natatoria. Algunas especies la tienen atrofiada, lo que les incapacita para descansar en el fondo, lejos de las fuertes corrientes que caracterizan su hábitat natural. Otros generalmente se alimentan en el fondo, y se supone que deben encontrarse allí la mayor parte del tiempo. Un pez que normalmente nada libremente, pero que se le observa descansando en el fondo, es probable que esté enfermo, al igual que si a un habitante del fondo se le observa constantemente en la superficie.

Los movimientos y posturas anómalos pueden observarse en peces con deformidades en la espina dorsal, debilidad general, daños en el sistema nervioso central o ser la respuesta a la irritación de la piel, como la causada por ectoparásitos. En este caso los animales se mueven de forma repentina y precipitada, golpeándose contra el fondo o las rocas.

El comportamiento de un pez en relación con los demás en su hábitat normal también puede proporcionar una valiosa información. Muchas especies nadan de forma agrupada a lo largo del acuario, por lo que un individuo que nada en solitario o sin energía posiblemente no esté bien. Los peces enfermos suelen agruparse entre ellos, separándose de sus compañeros sanos.

La posición que se adopta en relación con las fuentes de oxígeno del agua puede ser muy significativa. El animal con problemas en las agallas buscará zonas en las que los niveles de oxígeno sean más elevados. Se le puede observar boqueando en la superficie del agua o en las salidas del filtro o compresores. En acuarios con muchas plantas este comportamiento sólo se observa al amanecer.

Apetito

Los peces que comen alimentos de pequeño tamaño – invertebrados, moluscos, materia vegetal, detritus, huevos y pequeños peces – se alimentan casi constantemente. Siempre están a la espera de comida, a menos que se les haya alimentado recientemente. Sólo en los que comen irregularmente en la naturaleza, y son alimentados adecuadamente en cautividad, la pérdida de apetito no constituye un motivo de preocupación. Muchos peces tienden a asociar la presencia de su propietario con el alimento, especialmente cuando se levanta la tapa del acuario. Si un pez que responde de esta manera deja de hacerlo, se puede pensar que algo va mal.

Heces

Las heces normalmente son el reflejo de la dieta reciente, tanto en color como en consistencia, por lo que existe una variación considerable. Las heces blanquecinas, casi trasparentes o colgantes pueden ser síntoma de enfermedad. Cualquier significativa desviación a la norma, a menos que esté relacionada con un cambio reciente en la dieta, debe considerarse como un síntoma peligroso.

Tamaño

Cuando se compra un pez, se debe tener en cuenta que un individuo muy grande de una especie, probablemente, es viejo, y que muchos peces tienen una vida relativamente corta. Los ejemplares por debajo de la media pueden estar afectados de enanismo, aunque también pueden ser jóvenes o de otro sexo.

Ojos

Los ojos de un pez sano son los dos del mismo tamaño, cristalinos, sin zonas opacas o turbias, siempre atentos y móviles. Un pez con ojos vidriosos y mirada rígida, normalmente es un pez enfermo, especialmente cuando presenta también conductas anómalas.

Los ojos pueden presentar lesiones parecidas a las de la piel, como úlceras o hemorragias. Se deben examinar para prevenir el exoftalmos lateral o bilateral. Los ojos abultados pueden ser el síntoma de una enfermedad bacteriana o vírica. Las lesiones en un ojo pueden estar causadas por traumatismos. Muchas deficiencias en la nutrición también están asociadas con la patología de los ojos.

Poros Sensoriales

Los poros sensoriales de la cabeza y de la línea lateral deben ser pequeños y redondeados. Un agrandamiento puede presagiar enfermedad, y no debe haber ninguna sustancia en su interior o rezumando.

Boca

La boca es típica de cada especie, simétrica y con los labios sin daños. Se pueden aceptar viejas cicatrices en algunas especies como los cíclidos – se traban las bocas cuando luchan -, siempre que no incomoden al animal o impidan su alimentación. La boca debe ser móvil, abrirse y cerrarse mientras el pez respira. Una boca que permanece todo el rato abierta puede indicar que la mandíbula está dislocada o la presencia en el esófago de un objeto extraño.

Si la especie posee barbas, deben estar intactas y sin daños. Es frecuente que los peces de fondo como Corydoras, sufran daños si el sustrato es inadecuado, demasiado grueso o puntiagudo.

Agallas

Las agallas sanas son ricas en sangre por lo que son de color rojo, con las lamelas claramente marcadas. La palidez es señal de enfermedad. Cuando son de color marrón puede ser un síntoma de intoxicación por nitritos. En muchas especies, las agallas deben estar completamente ocultas por el opérculo, y fugazmente visibles cuando se abren y cierran. Las agallas inflamadas pueden significar enfermedad o sobrecarga, si el pez es perseguido constantemente.

Algunas veces, el opérculo está ausente total o parcialmente, generalmente el de un lado, dejando las agallas parcialmente desprotegidas. Esto suele ser una malformación genética, y los peces afectados no deben utilizarse para la cría.

Cuando se observa un exceso de mucus y erosiones, puede deberse a la presencia del gusano de las agallas (Dactylogyrus), otros parásitos o agentes infecciosos.

Un curioso síntoma descrito como tos implica una brusca sacudida con el opérculo enrojecido. Esto se puede apreciar cuando las agallas están recubiertas de mucus o están irritadas por alguna partícula.

Respiración

La actividad respiratoria puede medirse según la velocidad a la que se abren y cierran los opérculos, el proceso por el que el oxígeno transportado por el agua pasa a través de las agallas. El ritmo opercular debe ser lento, relajado y regular. Estos movimientos no suelen ser muy claros.

Hay que tener en cuenta que el ritmo de la respiración puede variar de unas especies a otras y a diferentes temperaturas del agua, pero una respiración rápida y evidente siempre es sospechosa. Un incremento de la velocidad es normalmente un indicativo de estrés o enfermedad, por ejemplo, si el pez ha sido víctima de una agresión o las condiciones del agua del acuario son adversas. La época de cría a menudo implica persecuciones y otros esfuerzos, lo que origina un incremento en el ritmo respiratorio. Un aumento en la velocidad de respiración durante un largo período de tiempo puede producir inflamación de las agallas y posibles daños permanentes. Sin embargo, las agallas hinchadas son bastante normales en los cíclidos incubadores bucales, ya que trabajan más de lo normal.

Cuerpo

Visto desde un costado, el perfil de la espalda que sigue a la línea de la espina dorsal, tiene una curva regular ligeramente convexa, desde la nuca al pedúnculo caudal. Cualquier ángulo o curvatura pronunciada debe tenerse en cuenta. Los peces a veces presentan malformaciones del esqueleto, en particular, de la espina dorsal. Algunas, como la escoliosis, provocan una asimetría lateral si se observa desde arriba.

Estas deformaciones esqueléticas, especialmente las de la columna vertebral, también se observan en muchos tipos de enfermedades infecciosas y parasitarias, deficiencias en la nutrición e intoxicaciones.

El habitual perfil ventral en muchas de las especies de peces es ligeramente convexo o liso entre las aletas ventrales y anales, pero no en todas. Se acepta una ligera concavidad, normal en peces salvajes que deben de trabajar duro para encontrar suficiente alimento. No es una razón para preocuparse cuando se compran, a menos que un pez sea notablemente más delgado que el resto o los de mejor condición. Un cuerpo gravemente demacrado suele ser un síntoma de hambre o de enfermedad, y el pez no debe comprarse.

Los peces en los acuarios de los comercios rara vez presentan obesidad, pero muchos aficionados sobrealimentan a sus peces con alimentos inadecuados, por lo que se incrementa gradualmente la circunferencia. Esto debería evitarse proporcionando una dieta correcta, porque la alimentación incorrecta provoca la deposición de grasa en los órganos vitales, lo que puede afectar a la capacidad reproductora, la salud y la vida.

El abultamiento abdominal también puede ser un síntoma normal de madurez sexual en la hembra que está lista para la puesta. Tras la cual, la barriga volverá a su tamaño normal.

Cualquier hinchazón masiva o asimétrica del cuerpo, en cualquier sexo, que provoca dificultades en la natación u otro comportamiento anómalo puede considerarse preocupante.

Cuando se observan sobre la cabeza y zonas cercanas unas gotas semejantes a la cera estamos hablando de la viruela de la carpa. Otra enfermedad vírica, el linfocistis, está asociada a lesiones en forma de coliflor.

La hinchazón abdominal, causada normalmente por una peritonitis (vírica, bacteriana o parasitaria), también puede deberse a alteraciones metabólicas como fallos renales, neoplasias u obesidad. También se conoce como hidropesía.

Coloración

Algunas especies de peces exhiben una coloración bastante uniforme, que se puede acentuar durante la época de reproducción. Los cambios significativos en el color, como oscurecimiento o palidez, deberían considerarse como posibles síntomas de enfermedad.

Muchas especies utilizan el color como un método para comunicar su humor, status social, diferencias sexuales y una serie de mensajes relacionados con el comportamiento, como el mimetismo. Los cambios drásticos son perfectamente normales en muchas especies y pueden afectar a otros peces del acuario, como los cíclidos que se vuelven territoriales durante la época de cría. Cuando en el acuario hay un grupo de estas especies, es probable que se establezca una jerarquía social y un status relacionado con los diferentes colores.

La coloración anómala en una especie o individuo, especialmente si va acompañado de una conducta extraña como decaimiento, pérdida de apetito o que el pez se esconde, puede ser un síntoma de enfermedad, o un bajo status dentro del grupo. En este último caso los individuos afectados deben guardarse bajo observación y, si es necesario, retirarlos si sus condiciones se van deteriorando. Con tal de que se siga alimentando y no muestre síntomas significativos de heridas o agresiones, es mejor aceptar el orden social natural. Si el desvalido se retira, el siguiente pez en la escala social tendrá que asumir esa posición, y continuará el problema.

La melanina es la responsable de la pigmentación de la piel del pez y se encuentra bajo control hormonal. Cuando los peces están enfermos, mantener la pigmentación normal no es tan importante como la regulación de otras funciones vitales. Por tanto, los peces enfermos generalmente están anormalmente coloreados en comparación con los sanos. Es una respuesta de los peces a la enfermedad, por lo que los afectados suelen oscurecerse. Un cambio de color también puede deberse a la ceguera, ya que elimina las señales visuales normales que se necesitan para mantener el color normal a la luz del día. Los peces en la época de reproducción suelen tener colores más brillantes.

Puesto que las señales químicas que controlan la pigmentación se transmiten a través de los nervios, los daños en los nervios periféricos pueden provocar cambios puntuales en la pigmentación. Estos cambios también pueden estar provocados por irritación o daños en los tejidos, como parásitos, heridas crónicas o cicatrices, y pueden causar un cambio en la distribución de las células en ese lugar.

El enrojecimiento del cuerpo normalmente está causado por hemorragias, producidas por infecciones bacterianas o víricas generalizadas, o heridas en la piel.

Aletas

Las aletas deben estar intactas, sin cortes, zonas deshilachadas o nódulos, que pueden ser quistes de parásitos. Frecuentemente, la pérdida de trozos de aletas es el resultado de una mala calidad del agua.

El poder de recuperación de las aletas es grande y las irregularidades debidas a cicatrices no deben ser causa de preocupación. Al mismo tiempo, las deformaciones genéticas – aletas divididas en dos o más partes o pérdida completa – son indeseables, ya que pueden ser hereditarias, especialmente en los ejemplares reproductores.

Con un poco de práctica es fácil diferenciar entre cortes producidos por daños, donde aparece el consiguiente deshilachamiento, y deformaciones naturales. A menos que sean para exhibición, no hay razón por la que los peces con un pequeño daño en la aleta puedan ser vendidos, siempre que se den las condiciones para una rápida cicatrización. Algunos daños leves en una aleta son casi siempre inevitables en un acuario con más de un pez, pero si el problema se hace más grave, las causas o los culpables deben identificarse y actuar en consecuencia.

No se debe permitir la venta de peces con áreas rojas en las aletas que no formen parte de su coloración natural, ya que pueden indicar una infección bacteriana o vírica que puede ser de difícil curación. Muchas marcas de cicatrices o aletas largas con radios curvados pueden indicarnos que es un pez viejo.

Escamas y Piel

La piel debe ser lisa y sin roturas. Las hemorragias sugieren daños en las escamas o problemas infecciosos más serios. La piel de los peces difiere de la de los mamíferos en que toda la epidermis está formada por células vivas y recubierta por una capa mucosa. Cuando están intactas, la piel y la mucosa proporcionan un revestimiento impermeable. Las escamas están incrustadas en la epidermis, por lo que se produce un serio desperfecto en la piel cuando se pierden. Aunque se pueden desprender por accidente o por pequeñas refriegas, un daño más serio en las escamas es una razón para no comprar los peces o señal que algo sucede en el acuario, como agresiones directas, choques con objetos duros durante la huida o repetidos rasguños.

El erizamiento de las escamas generalmente se asocia con una inflamación abdominal o hidropesía. Las lesiones localizadas en el interior de la piel o el abdomen pueden producir elevaciones de escamas en pequeñas zonas. Cuando aparecen pelusas normalmente se deben a una infección por hongos como Saprolegnia spp. A veces, se presentan algas verdes que crecen junto con ellos.

La superficie de un pez sano está desprovista de manchas (excepto las que forman parte normal de su coloración), nódulos, mechas de hongos y otros defectos. La mucosa del cuerpo debe formar una cubierta invisible. Si este revestimiento se observa como una capa gris o una peladura, hay que tener cuidado.

Cuando algunos carácidos y ciprínidos tienen la piel dañada, las células de la epidermis liberan feromonas provocando la huida del pez del resto del grupo.

Los parásitos pueden provocar un engrosamiento de la piel y originar focos blanquecinos. Es posible observar grandes ectoparásitos como sanguijuelas, piojos o gusanos de ancla. Ciertos microorganismos pueden producir síntomas reconocibles a simple vista en la piel. Oodinium spp puede observarse como un fino polvo, por lo que se denomina enfermedad del terciopelo. Los puntos blancos que aparecen en la superficie del pez son la evidencia de una infección por Ichthyophthirius multifiliis. En ciprínidos, como carpines o kois, estos puntos deben diferenciarse de los de los tubérculos sexuales repartidos por toda la cabeza, opérculos y extremos de las aletas.

La identificación de parásitos más pequeños requiere del examen microscópico, pero su presencia puede sospecharse por cambios en el comportamiento, aletas deshilachadas o excesiva secreción mucosa.

Fuente: revistaaquatic.com

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